Con el paso de los años los barranquistas hemos tenido que “volver a la escuela” para reciclarnos y adaptarnos así a las nuevas técnicas para practicar Rápel.
Atrás quedó bajar las cascadas en doble y con cuerdas dinámicas, que además se encontraban esparcidas por la marmita de recepción. Lo que suponía un serio riesgo al poder quedar enredados con ellas en el momento de finalizar el rápel, y ser atrapados por algún movimiento de agua peligroso generado por la cascada. Actualmente, las cuerdas utilizadas son semiestáticas y están elaboradas totalmente en poliamida.
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LAS CUERDAS
La forma de bajar las cascadas ha cambiado mucho, ya que siempre que existe un cierto caudal de agua, las cuerdas se encuentran instaladas en simple, es decir, utilizando un único extremo y enrasadas por encima del agua mediante un sistema alargable en la cabecera, permitiendo, en caso de que un miembro del grupo quede bloqueado, descenderle hasta la base de la cascada de una forma rápida y sencilla, evitando así un posible ahogamiento.
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Por si esto fuera poco, al trabajar en simple, el extremo contrario de la cuerda utilizado para la recuperación, puede ser empleado en caso de necesidad para una eventual maniobra de autosocorro, con la que ayudar a alguien que se encuentre en apuros.
FABRICACIÓN DE LAS CUERDAS
Las cuerdas confeccionadas en polipropileno también han quedado relegadas a un segundo plano. En su día estas cuerdas fueron diseñadas expresamente para la práctica del descenso de cañones, ya que la flotabilidad que les confería el polipropileno evitaba una posible pérdida de la cuerda en el interior de una poza de aguas profundas.
Sin embargo, si analizamos detenidamente las características de estas cuerdas, comprobaremos que la flotabilidad tenía un precio demasiado caro.
Una cuerda de polipropileno posee una resistencia a la abrasión y a la rotura muy inferior a la de una cuerda de igual diámetro de poliamida. La temperatura de fusión del polipropileno es muy inferior a la de la poliamida. Lo que obliga a utilizar estas cuerdas siempre mojadas, en doble y únicamente para el descenso en rápel.
Dado que todas las maniobras actuales basan su funcionamiento en sistemas montados sobre un único extremo de la cuerda (en simple), y que el problema de la flotabilidad lo tenemos resuelto mediante las mochilas para la cuerda, queda claro que la cuerda ideal para el descenso de cañones es la cuerda semiestática de poliamida cien por cien. Especialmente las de tipo A, ya que las cuerdas catalogadas de este modo dentro de la norma EN-1891, están diseñadas para ser utilizadas en simple y poseen una resistencia muy elevada, algo nada desdeñable dentro de un cañón, donde los rozamientos son más habituales de lo deseado.
Existe incluso algún fabricante que ha comenzado a comercializar cuerdas semiestáticas con tratamientos hidrófugos, siendo actualmente la oferta muy amplia.
EL USO DEL OCHO
La forma de utilizar el ocho ha variado mucho. Los nuevos sistemas desarrollados impiden la formación del temible nudo de alondra. Nudo que al formarse accidentalmente durante el descenso de una cascada bloqueaba la bajada y motivaba multitud de accidentes. Gracias a la introducción de mosquetones de freno adicionales en combinación con el ocho y de sistemas de colocación de la cuerda como el conocido Vertaco, han dado lugar a una reducción de accidentes.
Su nombre se debe a su desarrollo en la zona francesa del Vercors. Han anulado totalmente el nudo de alondra y han permitido un descenso mucho más lento y controlado.
En el pasado quedan aquellos barranquistas sin casco, ya que el más mínimo resbalón, además de la caída de piedras, puede desembocar fácilmente en un traumatismo. Cabos de anclaje, bloqueadores, mochilas con sistema de evacuación de agua, cuchillos, silbatos… son equipo habitual de cualquier barranquista que se precie. Hasta existe un “lenguaje barranquero”, consistente en gestos y silbidos, con el que la gente se comunica dentro del cañón con notable eficacia.
EN LA ACTUALIDAD…
Actualmente, ver un grupo experimentado dentro de un cañón es otra historia. A simple vista distinguiremos que el material que portan sus miembros es mayor de lo habitual y más específico.
Existen técnicas en las que se emplea el extremo opuesto de la cuerda de descenso o una segunda cuerda, para asegurar a un miembro del grupo poco experimentado desde lo alto de la cascada o desde su base. De este modo se garantiza que no quede bloqueado bajo del agua, o que descienda de forma demasiado rápida e incontrolada. Otras maniobras como los rápeles guiados permiten el descenso de las cascadas sin apenas tocar el agua.
Lejos han quedado también aquellas tediosas maniobras de plegar y guardar la cuerda después de cada descenso y sobre todo los nudos y enredos. Mediante las mochilas de cuerda o Kit Boulé, se saca únicamente la cuerda necesaria en cada maniobra, se pliega fácilmente y a una velocidad de vértigo.
Por variar ha variado hasta la forma de saltar o de deslizarnos por un tobogán. Ahora podemos saltar desde grandes alturas gracias a las técnicas que nos permiten mantener el equilibrio en el aire y entrar en el agua de una forma controlada y exenta de riesgos para nuestro cuerpo.
En definitiva, como podéis ver los avances son muy notables, tanto es así, que cualquiera de aquellos barranquistas que nos precedieron, debería pasar hoy por la escuela para volver a descender cañones con seguridad.
EQUIPAMIENTO
El equipamiento personal y colectivo varía mucho dentro de las características de cada descenso, pero dentro del equipo deben considerarse imprescindibles una mochila con drenaje para el agua, calzado específico de barranquismo o de montaña, traje de neopreno de al menos 3mm, casco, arnés, bagas de anclaje, mosquetones, descensor y cuerdas.
EQUIPAMIENTO INDIVIDUAL
El equipo personal de cada uno de los integrantes del grupo que vayan a realizar el descenso de un barranco, se compone como mínimo de: casco, traje de neopreno, escarpines de neopreno, calzado adecuado (es recomendable que este calzado tenga una buena adherencia en medio acuático), arnés, cabos o bagas de anclaje, un descensor (generalmente ocho), bloqueadores mecánicos, pedal, mosquetones tipo HMS o de pera, cinta expres, navaja, silbato, mochila y bidón estanco.
EQUIPAMIENTO COLECTIVO
Además del equipamiento necesario para cada uno de los integrantes del grupo, es necesario complementarlo con un equipamiento colectivo que va a ser utilizado o resulta necesario para todos los integrantes. Este equipamiento está compuesto por: saca de instalación (con material para realizar instalaciones de reuniones en la roca), dos cuerdas de progresión de tipo A o B y semiestáticas (una de ellas al menos del doble de la longitud del rápel más largo que se vaya a encontrar en el barranco que se vaya a realizar), protectores de cuerda (para evitar posibles roces de la cuerda), saca para cuerda, cuerda de socorro. Otro material sería: cordelette para la recuperación de cuerdas, gafas de buceo, botiquín, mechero y teléfono móvil.
PROGRESIÓN EN BARRANCOS
A la hora de progresar a lo largo del curso de un barranco son diversas las técnicas a emplear por los deportistas para completar dicho recorrido, las principales serían:
1. Caminar.
Se recomienda caminar fuera del curso de agua. En primer lugar para evitar un excesivo desgaste físico y en segundo lugar para proteger la fauna y flora existente en el curso de agua.
2. Destrepar.
Descenso de zonas más o menos escarpadas, empleando pies y manos, no llegando a ser totalmente verticales o resaltos de pequeña envergadura en los que no es necesario el uso de cuerda y no es posible saltar.
3.Trepar o escalar.
A pesar de que en el descenso de barrancos lo más común es descender, en ocasiones es necesario realizar pequeñas trepadas para continuar con el avance o para acceder a zonas desde las que continuar el descenso.
4. Pasamanos.
Progresión en horizontal ayudado por cuerda a lo largo de una pared vertical para evitar un obstáculo que de otra forma sería difícilmente salvable. Como por ejemplo marmitas de gran profundidad o zonas con movimientos de agua muy fuertes.
5. Rápel.
Técnica de progresión más común, consistente en descender una pared vertical ayudado de una cuerda y un descensor anclado al arnés del deportista.
6. Natación.
En las zonas en las que exista un mínimo de profundidad de agua para nadar en lugar de caminar.
7. Tobogán.
Descenso en libre, sin el uso de cuerda, por una rampa de piedra pulida por el agua hasta alcanzar una badina con agua. Es recomendable realizar el tobogán completamente tumbado para evitar lesiones.
8. Saltos.
En las zonas que lo permiten las condiciones del cauce, consiste en, salvar el desnivel en el cauce o resalte mediante un salto a una poza con agua. Como norma general el primer miembro del grupo no debe saltar, sino descender el desnivel rapelando para comprobar que no existen obstáculos que puedan causar lesiones a los miembros del grupo que quieran salvar la dificultad mediante un salto.
9. Tirolina.
Descenso guiado con cuerda o cable para salvar un obstáculo en el recorrido.